Este novedoso plan lo ofreció Aviatur cada fin de semana, con una duración entre una y dos horas. El globo, uno de los más grandes de América, tenía 40 metros de altura y salía del parque Jaime Duque o de Sopó a las 7:30 de la mañana. El globo estaba diseñado para transportar hasta unas 10 personas (9 pasajeros y u tripulante). Cada pasajero recibía abordo aguardiente y tinto. Como recuerdo se le obsequiaba una fotografía del grupo y un diploma que certificaba que "vivió la incomparable aventura de volar en el primer globo aerostático de gran tamaño en Colombia"

Corría el año 1991. Como parte de su estrategia de reinventarse cada día, Aviatur ofrecía a sus clientes un servicio de excursión en submarino para explorar las profundidades del mar en San Andrés.
La aventura que disfrutaban a diario decenas de pasajeros surgió luego de una visita realizada por el Embajador Finlandés de la época, a las oficinas de Aviatur. Su mensaje fue claro: Si quieren que la gente conozca esta riqueza marítima que tiene San Andrés, ustedes pongan la experiencia, que nosotros ponemos el submarino. Así surgió la Sociedad de Submarinos de Colombia, y con ella emergió "La Barracuda", el nombre con el cual bautizaron al submarino.
Dieciocho meses fueron necesarios para su construcción, tiempo en el cual se desarrolló toda una infraestructura operacional que contó con el interés de los estamentos oficiales relacionados con la legalización del proyecto: Gobernación de San Andrés, Dirección Marítima y Portuaria y Ministerio de Desarrollo, en ese entonces.
La aventura para los pasajeros comenzaba cuando eran transportados por Submarinos de Colombia hasta el muelle ubicado en Fisher Rocks. Un guía se encargaba de informar durante este trayecto a los pasajeros todo lo relacionado con la seguridad y características de La Barracuda. Las recomendaciones a tomar eran simples: "Por favor no porte paquetes, no fume, no consuma alimentos y si sufre de claustrofóbica, por favor no aborde".
Las 12 inmersiones diarias que podía realizar La Barracuda, no suponían ningún peligro para los ocupantes. Contaba con tres sistemas de comunicación con tierra, supervisión constante de "La Rémora" – embarcación que lo escolta desde la superficie-, cabina presurizada, ecosondas, sistemas de alarma y monitoreo, compás magnético, luces de navegación y seguimiento constante de la información meteorológica de la isla de San Andrés.
La Barracuda, con una capacidad para 24 pasajeros, era un submarino 100% ecológico con un sistema de desplazamiento de cinco hélices de propulsión eléctrica y utilizaba aceites biodegradables para asegurar la conservación del ecosistema.
Al cumplirse su primer año de operaciones, en noviembre de 1994, La Barracuda había movilizado a más de 34.000 pasajeros en aproximadamente 1.550 inmersiones. El proyecto culminó en 1996 luego que Sam y Avianca cerraran su operación, después de 75 años ininterrumpidos, en la isla de San Andrés. También porque la compañía constructora no pudo mantener el contrato de servicio de mantenimiento.

Quizá usted los haya visto en un sinfín de películas de ciencia ficción o de carácter futurista. Pero en Colombia, los hovercraft o aerodeslizadores navegaron por el mar Caribe colombiano por cuenta de la estrategia de innovar y reinventarse cada día que caracteriza al Presidente del Grupo Aviatur, Jean Claude Bessudo.
Y no lo hizo una, ni dos ¡sino tres veces! La primera, en 1981, cuando adquirió uno de estos vehículos, con capacidad para 10 pasajeros, para realizar recorridos a través de las islas aledañas a Cartagena. No obstante, la operación nunca se llevó a cabo por cuenta del pequeño tamaño del aerodeslizador. En pocas palabras ¡O se transportaban pasajeros, o se transportaba gasolina para su movilización!
Un nuevo intento se hizo algunos años más tarde, con un hovercraft más pequeño. En realidad, un "juguete" para dos personas que hacía recorridos cortos en Monaprieta, Barú. No obstante, el juguetico no aguantó la salinidad y por ende, nuevamente la operación llegó a su final.
Pero como dicen que la tercera es la vencida, el mismo servicio se reinventó en 2006. En esa ocasión, en asocio con la empresa Aeronaviera, Aviatur puso en servicio el primer hovercraft para llevar pasajeros desde Cartagena hacia Mompox. Tenía capacidad para 32 personas y alcanzaba una velocidad de 55 kilómetros por hora.
El hovercraft, serie Irbis de fabricación rusa, recibió el nombre de "Ciudad de Mompox", y convirtió a Colombia en pionera en Latinoamérica en emplear este sistema de transporte para el turismo.
Infortunadamente el último hovercraft de Aviatur pasó a retiro forzoso por motivos de seguridad, luego que la guerrilla disparara a su paso por Zambrano, Bolívar, muy cerca a los Montes de María.

En noviembre de 2006 Aviatur incursionó en nuevo concepto de turismo en Colombia: Casas Navegantes. La primera fue la de Leticia, en el Amazonas. Se trataba de una casa totalmente equipada para alojar cómodamente a una familia. Con agua potable y energía con usos muy responsables con el medio ambiente; habitaciones confortables, alimentos y bebidas disponibles por solicitud y la posibilidad de desplazarse en ella por el río Amazonas a 10 kilómetros por hora, esta casa estuvo en servicio hasta el 2011.
En 2009 Aviatur inaugura su segunda casa navegante, en el embalse de la Copa en el municipio de Toda, departamento de Boyacá. La casa de 179 metros cuadrados tenía capacidad para alojar hasta cinco personas. Cuentaba con comunicación celular, agua potable embotellada, agua caliente, guías, energía solar, televisión plasma con DVD, wi fi, telescopio, bicicleta, cañas de pescar, lancha con motor fuera de borda. La casa funcionó hasta 2012.
En 2011 Aviatur puso en marcha su tercera casa navegante en la ciénaga de Cholón la cual, a diferencia de las dos anteriores, fue construida en metal, cumpliendo con toda la normatividad que exige la Ley Colombiana y la Dimar.
La casa está ubicada en la ciénaga de Cholón, localizada en el costado occidental de la isla de Barú en Cartagena.
Son 340 metros cuadrados distribuidos en tres pisos, acondicionados con paneles solares, planta de energía eléctrica, tres habitaciones, tres baños, cocina dotada, piscina y agua caliente. Todo, bajo la normatividad exigida por la Dirección General Marítima, Dimar.
Dada su distribución y dotación, la casa está diseñada para alojar a seis huéspedes quienes cuentan con un equipo conformado por un capitán encargado de la operación, un maquinista y un cocinero para disfrutar de todas las comodidades que brinda un hotel de lujo, aunque en medio del mar Caribe.
Aprovechando la variedad de fauna y flora submarina con que cuenta Barú, la Casa Cholón tiene a disposición de los huéspedes tanto equipo básico para buceo (caretas, snorkel, aletas), como equipos autónomos (chalecos, reguladores, tanques, compresor eléctrico).
Para su desplazamiento, la Casa de Cholón cuenta con una propulsión directa proveída por un motor Diesel de 250 caballos de fuerza.
Esta nueva Casa flotante opera con sistemas libres de cimentaciones para no afectar el entorno, con un sistema ecológico de recolección de aguas residuales y un sistema de iluminación que tiene por fuente la energía solar, todo, sujeto a los planteamientos de Aviatur en materia de respeto al medio ambiente.

En 2010 Aviatur ofreció una nueva opción de alojamiento, la cual combinaba comodidad, confort y la posibilidad de realizar actividades subacuáticas en el Pacífico Colombiano.
El Catamarán Nemo, un barco con capacidad de alojamiento para 14 personas, contaba con ocho cabinas con baño privado.
Los pasajeros tenían a su disposición dos kayacs de recreación, equipos para buceo, amplias zonas para tomar el sol, comedor y una tripulación de siete personas encargada del servicio a abordo.
El Catamarán Nemo ofrecía alternativas para actividades subacuáticas en el Parque Nacional Natural Gorgona y en el Santuario de Flora y Fauna Malpelo, con recorridos desde Guapi o desde Buenaventura.
El servicio funcionó hasta 2013.